Núria Vouillamoz
Literatura e
hipermedia
La
irrupción de la literatura interactiva: precedentes y crítica
Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona-España. 2000
El acelerado proceso de cambios tecnológicos que actualmente se vive ha
motivado la aparición de planteamientos que anuncian la desaparición de la literatura
tradicional, que se basa en un soporte material, dicho de otra manera anuncian
la inevitable desaparición del libro frente a la virtualidad. Sin embargo, los
consumidores de literatura se han negado a sustituir los soportes y el libro
sigue siendo el preferido, hay en ello una relación amical que la tecnología no
ha podido romper hasta ahora.
De acuerdo a la autora: “La situación actual del fenómeno literario. El
impacto de la hipermedia en la literatura significa la convivencia de dos
sistemas diferentes: el de la literatura asociada a la cultura impresa —que nos
obliga a una reflexión histórica o diacrónica— y el de la literatura producida
en y para una plataforma electrónica —que incita a un estudio sobre actuales
modos de composición—. Entre ambos términos de esa dicotomía se localiza un
espacio intermedio en el que se dibujan formas alternativas de divulgación del
texto que apuestan por la utilización de canales de difusión alternativos a los
asociados a la palabra impresa: la
integración de la imagen junto al texto, la poesía virtual, el audiolibro o la
novela que integra recursos multimediáticos, apuntan ya hacia la superación de
la publicación impresa en la búsqueda de otras vías de edición literaria”.
Ciertamente, en la historia de la humanidad se han ido produciendo cambios
desde la oralidad hasta la palabra impresa y ahora la irrupción de la
hipermedia y los lectores han ido acomodándose a las nuevas formas de
distribución de los relatos, pero de ninguna manera a significado su desaparición,
sino más bien su acomodo a las nuevas circunstancias, porque los habituales
consumidores de literatura han aceptado todas formas posibles y se han adaptado
muy bien a ellas.
Ahora, la autora nos plantea que “La aplicación de la hipermedia en la
creación implica una redefinición de la figura del autor y de las posibilidades
de producción: diseño de la estructura discursiva, recursos tipográficos y
visuales, estrategias de lectura, que conlleva la aparición de formas
literarias y herramientas retóricas impracticables en la literatura impresa.
Esto obliga a replantear el papel de la figura del lector, en tanto que
receptor de un producto literario que exige unos modos de recepción propios: la
literatura electrónica reta al usuario a participar en la comunicación
literaria desde otras formas de consumo”.
La hipermedia hace posible cosas inimaginables en la literatura impresa,
pero para un público específico, que busaca ese tipo de recursos tecnológicos,
pero coexiste junto a ellos otro grupo que mantiene una relación subjetiva con
la literatura impresa, mantener un libro entre las manos, poder hojearlo y
hasta sentir su olor, es parte de la correspondencia entre lector y libro y
según los gustos se busca a un autor específico, por su estilo, por las
historias que cuenta, por la manera de hacerlo, así que pensar en un libro de
todos y de nadie es algo impensable para este grupo de lectores, que
difícilmente aceptará la impersonalidad de un texto.
De tal manera que “La incorporación de la hipermedia a la literatura debe
ser entendida como la evolución necesaria de la posmodernidad literaria”, pero
que de ninguna manera significa la desaparición de la literatura a través del
libro impreso, las nuevas formas tendrán su público, pero junto a ellos
coexistirán necesariamente los lectores tradicionalmente conocidos como amantes
de los libros.
FORMAS DISCURSIVAS
“Como modelo multidimensional e
interactivo, Machado define la hipermedia a través de la imagen del laberinto:
“la mejor metáfora para la hipermedia es el laberinto, una intrincada y
divergente estructura que la hipermedia reproduce a la perfección”. Siguiendo a
Rosenstiehl, el laberinto se define por tres características que para Machado
son la descripción más exacta de la hipermedia: el laberinto es una invitación
a la exploración; la exploración se realiza sin mapa, sin ninguna pista previa
sobre la disposición geométrica de los caminos; el laberinto obliga al viajero
que se adentra agudizar su astucia, su inteligencia, su habilidad para realizar
el recorrido sin caer en las trampas de la infinita circunvalación”.
Ahora, en cuanto a las formas de redacción o más propiamente dicho a la
manera de presentar la historia al lector, como bien lo expone Núria
Vouillamoz, la hipermedia no ha innovado ni creado algo que no haya sido
conocido ya en la literatura impresa, sino que más bien la potencia a través de
los recursos tecnológicos que ofrece: la multimedia, el hipertexto y la
interactividad, de tal manera que no debe sorprendernos que algo se haga con
más facilidad y si más bien reconocer que se trata de un estilo nacido en la
literatura impresa.
Es cierto que la tecnología actual obliga a romper casi por completo con el
saber tradicional; tenemos que pensar de formas nuevas, inéditas. En un
documento hipertextual existen múltiples posibilidades de navegación que pueden
acabar por confundir al usuario. Este modelo es el que primará en las formas de
adquisición del conocimiento, respecto a las formas da aprendizaje tradicional,
que son lineales, sin embargo hasta qué punto esto es útil para la literatura,
pues la finalidad de esta es transmitir una historia, no crear un caos sin
principio ni final.
Concordamos en que “Esa nueva mirada es la que escribe la historia de la
teoría literaria actual, y en ella debe inscribirse cualquier investigación en
torno a la relación entre informática y literatura. No hay, pues, ruptura. Sí
continuidad, acumulación, superposición, adaptación a un contexto cultural que
ofrece renovados modos de producción, recepción y divulgación del producto
literario”, por lo que insistimos las nuevas o renovadas formas, no
reemplazarán a las ya existentes sino que mantendrán una relación de
coexistencia donde cada forma discursiva y su correspondiente plataforma
mantendrán su lugar y su público.
EL LENGUAJE Y LAS FORMAS DISCURSIVAS
De acuerdo a la autora “La proyección histórica del lenguaje hace que la
palabra se halle sobrecargada de intencionalidades plurilingües y, por tanto,
encierre un constante diálogo y sea semánticamente ambigua: la condición
significativa de la palabra “no es acabada sino abierta”; es capaz de
descubrir, en cada nuevo contexto dialógico, nuevas posibilidades semánticas”.
Lo que da lugar a que “Quizás una de las nociones más conocidas sea el
concepto de “obra abierta” de 1962. Eco, que no sólo se limita al terreno de la
literatura sino que extiende sus estudios al campo de la música y de las artes
visuales, parte de la idea de que toda obra de arte tiene por definición una
naturaleza dual: de un lado, es una forma cerrada y completa como producto de
una voluntad creadora; pero, al mismo tiempo, es abierta en tanto que ofrece la
posibilidad de una infinidad de interpretaciones que sin embargo no vienen
a alterar su singularidad, tal y como
fue concebida en el momento de su creación.
“De lo que se desprende que el autor entrega al público “una obra por
acabar”, en un proceso de co-creación entre emisor y receptor. Asistimos a un
contexto comunicativo que impone una nueva relación entre el artista y su
público. En la literatura, esos modos de producción se traducen, según Eco, en
la creación de un discurso que no se limita a la trasmisión de un contenido
unívoco, sino que potencia las posibilidades significativas del texto
sustituyendo una forma discursiva secuencial por una estructura en “módulos de
desorden organizado”. De manera que se renuncia a la trama única y a la
narración cronológica y ordenada de los sucesos para introducir simultáneamente
diferentes tramas y presentarlas según un criterio que, sin ser secuencial, proporciona
un orden para posibilitar diferentes lecturas.
El concepto de obra abierta de Eco, como bien se expone, no limita la obra
a un producto acabado, sino que deja la posibilidad de múltiples
interpretaciones, de tal manera que cada lector de acuerdo a su campo de
experiencia personal, le otorgue determinados significados a las cosas de las
que se habla en las historias y es precisamente allí donde encuentra el
significado real para cada persona y lo que hace que se establezca una relación
entre la obra, el autor y el libro, de tal manera que “El descubrimiento de la
capacidad plurisignificativa del discurso literario abre posibilidades de
creación que sin embargo deben superar las limitaciones de la estructura
discursiva lineal”, pero como forma de comprensión del texto, pues ocurre que
los lectores comúnmente leen y releen el texto en las partes donde más le
interesan, sin establecer un orden en particular y otorgándole determinados
significados de acuerdo a sus formas de ver las cosas.
No es del todo nuevo que “El discurso deja, pues, de considerarse en su
singularidad para concebirse en su “trascendencia textual”, de modo que un
libro integra otro libro, y éste otro, en una sucesión infinita que conduce a
percibir el mundo como el Gran Libro de la humanidad. La aproximación entre
teoría literaria y desarrollo tecnológico en este punto es absolutamente
explícita: la hipertextualidad viene a objetivar la intertextualidad, de manera
que esta idea va a ser un referente obligado en la literatura electrónica”. Conocido
es que muchos autores, han practicado la intertextualidad en la literatura
impresa, estableciendo nexos y relaciones entre sus distintas obras, no siendo
algo nuevo ni propio de la literatura electrónica, sino que una vez más es el
texto impreso el que da la pauta que es potenciada por la tecnología.
Entre las argumentaciones de la autora, y que son bastante claras y
pertinentes, para entender la función del lector, nos expone que “La capacidad
plurisignificativa del discurso literario, tal como la hemos visto planteada
desde la poética dialógica de Bajtin, desde el concepto de la obra abierta de
Eco o desde la nouvelle critique de Barthes, conlleva la necesidad de concebir
el texto no en función de su autor, sino con relación al lector: el escritor
compone la obra, pero luego esa obra es distribuida, administrada, leída por el
receptor, en un contexto cultural de saberes asimilados, de modo que “un texto
se abre a la vida sólo cuando es leído”.
Todo enunciado “se construye desde el principio tomando en cuenta las
posibles reacciones de respuesta para las cuales se construye en enunciado”. El
lector no permanece impasible y adopta una postura activa de respuesta al
percibir el discurso, ya que “toda comprensión está preñada de respuesta y de
una u otra manera la genera: el oyente se convierte en hablante”
En un proceso en que “el lector tiene conciencia de revelar y crear a la
vez, de revelar creando, de crear por revelación”.
“Identificar el texto como una individualidad creadora es empobrecerlo, reducirlo
a una única voz: la escritura hace del texto un organismo abierto, intertextual
– como proceso constante de palimpsesto— y performativo —como generador de
infinitas significaciones—, porque ofrece un espacio en el que se produce “la
destrucción de toda voz, de todo origen, ese lugar neutro compuesto, oblicuo,
al que van a parar nuestro sujeto, el blanco y negro en donde acaba por
perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que
escribe”.
No creemos sin embargo que “El nacimiento del lector se paga con la muerte
del autor”, debido a que la mayoría de los casos, por no decir en la totalidad,
después de haber leído un libro se produce un reconocimiento del autor y
normalmente se busca otras obras del mismo y termina uno leyendo toda su
producción o no leyendo nada más sin no nos ha gustado.
Concordamos con la autora en que “La irrupción de un nuevo estadio no
supone por lo tanto una ruptura con el anterior, sino la presencia de otros
fenómenos que vienen a añadirse para proponer modelos culturales alternativos.
Lo que significa que el planteamiento correcto de los hechos no debe ser qué
sustituye a qué, sino qué aporta el entorno digital respecto al entorno
impreso”. Las nuevas tecnologías no suponen por lo tanto la desaparición de la
literatura como tradicionalmente la hemos conocido, sino que nuevas formas de
contar historias se han posibles gracias a la hipermedia y visto de otra manera
todas las formas discursivas hasta ahora conocidas adquieren una nueva
dimensión y aceptación potenciadas por la hipermedia.