sábado, 7 de septiembre de 2013

Reseña Crítica: Literatura e Hipermedia

Núria Vouillamoz
Literatura e hipermedia
La irrupción de la literatura interactiva: precedentes y crítica
Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona-España. 2000



El acelerado proceso de cambios tecnológicos que actualmente se vive ha motivado la aparición de planteamientos que anuncian la desaparición de la literatura tradicional, que se basa en un soporte material, dicho de otra manera anuncian la inevitable desaparición del libro frente a la virtualidad. Sin embargo, los consumidores de literatura se han negado a sustituir los soportes y el libro sigue siendo el preferido, hay en ello una relación amical que la tecnología no ha podido romper hasta ahora.
De acuerdo a la autora: “La situación actual del fenómeno literario. El impacto de la hipermedia en la literatura significa la convivencia de dos sistemas diferentes: el de la literatura asociada a la cultura impresa —que nos obliga a una reflexión histórica o diacrónica— y el de la literatura producida en y para una plataforma electrónica —que incita a un estudio sobre actuales modos de composición—. Entre ambos términos de esa dicotomía se localiza un espacio intermedio en el que se dibujan formas alternativas de divulgación del texto que apuestan por la utilización de canales de difusión alternativos a los asociados  a la palabra impresa: la integración de la imagen junto al texto, la poesía virtual, el audiolibro o la novela que integra recursos multimediáticos, apuntan ya hacia la superación de la publicación impresa en la búsqueda de otras vías de edición literaria”.
Ciertamente, en la historia de la humanidad se han ido produciendo cambios desde la oralidad hasta la palabra impresa y ahora la irrupción de la hipermedia y los lectores han ido acomodándose a las nuevas formas de distribución de los relatos, pero de ninguna manera a significado su desaparición, sino más bien su acomodo a las nuevas circunstancias, porque los habituales consumidores de literatura han aceptado todas formas posibles y se han adaptado muy bien a ellas.
Ahora, la autora nos plantea que “La aplicación de la hipermedia en la creación implica una redefinición de la figura del autor y de las posibilidades de producción: diseño de la estructura discursiva, recursos tipográficos y visuales, estrategias de lectura, que conlleva la aparición de formas literarias y herramientas retóricas impracticables en la literatura impresa. Esto obliga a replantear el papel de la figura del lector, en tanto que receptor de un producto literario que exige unos modos de recepción propios: la literatura electrónica reta al usuario a participar en la comunicación literaria desde otras formas de consumo”.
La hipermedia hace posible cosas inimaginables en la literatura impresa, pero para un público específico, que busaca ese tipo de recursos tecnológicos, pero coexiste junto a ellos otro grupo que mantiene una relación subjetiva con la literatura impresa, mantener un libro entre las manos, poder hojearlo y hasta sentir su olor, es parte de la correspondencia entre lector y libro y según los gustos se busca a un autor específico, por su estilo, por las historias que cuenta, por la manera de hacerlo, así que pensar en un libro de todos y de nadie es algo impensable para este grupo de lectores, que difícilmente aceptará la impersonalidad de un texto.
De tal manera que “La incorporación de la hipermedia a la literatura debe ser entendida como la evolución necesaria de la posmodernidad literaria”, pero que de ninguna manera significa la desaparición de la literatura a través del libro impreso, las nuevas formas tendrán su público, pero junto a ellos coexistirán necesariamente los lectores tradicionalmente conocidos como amantes de los libros.

FORMAS DISCURSIVAS
 “Como modelo multidimensional e interactivo, Machado define la hipermedia a través de la imagen del laberinto: “la mejor metáfora para la hipermedia es el laberinto, una intrincada y divergente estructura que la hipermedia reproduce a la perfección”. Siguiendo a Rosenstiehl, el laberinto se define por tres características que para Machado son la descripción más exacta de la hipermedia: el laberinto es una invitación a la exploración; la exploración se realiza sin mapa, sin ninguna pista previa sobre la disposición geométrica de los caminos; el laberinto obliga al viajero que se adentra agudizar su astucia, su inteligencia, su habilidad para realizar el recorrido sin caer en las trampas de la infinita circunvalación”.
Ahora, en cuanto a las formas de redacción o más propiamente dicho a la manera de presentar la historia al lector, como bien lo expone Núria Vouillamoz, la hipermedia no ha innovado ni creado algo que no haya sido conocido ya en la literatura impresa, sino que más bien la potencia a través de los recursos tecnológicos que ofrece: la multimedia, el hipertexto y la interactividad, de tal manera que no debe sorprendernos que algo se haga con más facilidad y si más bien reconocer que se trata de un estilo nacido en la literatura impresa.
Es cierto que la tecnología actual obliga a romper casi por completo con el saber tradicional; tenemos que pensar de formas nuevas, inéditas. En un documento hipertextual existen múltiples posibilidades de navegación que pueden acabar por confundir al usuario. Este modelo es el que primará en las formas de adquisición del conocimiento, respecto a las formas da aprendizaje tradicional, que son lineales, sin embargo hasta qué punto esto es útil para la literatura, pues la finalidad de esta es transmitir una historia, no crear un caos sin principio ni final.
Concordamos en que “Esa nueva mirada es la que escribe la historia de la teoría literaria actual, y en ella debe inscribirse cualquier investigación en torno a la relación entre informática y literatura. No hay, pues, ruptura. Sí continuidad, acumulación, superposición, adaptación a un contexto cultural que ofrece renovados modos de producción, recepción y divulgación del producto literario”, por lo que insistimos las nuevas o renovadas formas, no reemplazarán a las ya existentes sino que mantendrán una relación de coexistencia donde cada forma discursiva y su correspondiente plataforma mantendrán su lugar y su público.

EL LENGUAJE Y LAS FORMAS DISCURSIVAS
De acuerdo a la autora “La proyección histórica del lenguaje hace que la palabra se halle sobrecargada de intencionalidades plurilingües y, por tanto, encierre un constante diálogo y sea semánticamente ambigua: la condición significativa de la palabra “no es acabada sino abierta”; es capaz de descubrir, en cada nuevo contexto dialógico, nuevas posibilidades semánticas”.
Lo que da lugar a que “Quizás una de las nociones más conocidas sea el concepto de “obra abierta” de 1962. Eco, que no sólo se limita al terreno de la literatura sino que extiende sus estudios al campo de la música y de las artes visuales, parte de la idea de que toda obra de arte tiene por definición una naturaleza dual: de un lado, es una forma cerrada y completa como producto de una voluntad creadora; pero, al mismo tiempo, es abierta en tanto que ofrece la posibilidad de una infinidad de interpretaciones que sin embargo no vienen a  alterar su singularidad, tal y como fue concebida en el momento de su creación.
“De lo que se desprende que el autor entrega al público “una obra por acabar”, en un proceso de co-creación entre emisor y receptor. Asistimos a un contexto comunicativo que impone una nueva relación entre el artista y su público. En la literatura, esos modos de producción se traducen, según Eco, en la creación de un discurso que no se limita a la trasmisión de un contenido unívoco, sino que potencia las posibilidades significativas del texto sustituyendo una forma discursiva secuencial por una estructura en “módulos de desorden organizado”. De manera que se renuncia a la trama única y a la narración cronológica y ordenada de los sucesos para introducir simultáneamente diferentes tramas y presentarlas según un criterio que, sin ser secuencial, proporciona un orden para posibilitar diferentes lecturas.
El concepto de obra abierta de Eco, como bien se expone, no limita la obra a un producto acabado, sino que deja la posibilidad de múltiples interpretaciones, de tal manera que cada lector de acuerdo a su campo de experiencia personal, le otorgue determinados significados a las cosas de las que se habla en las historias y es precisamente allí donde encuentra el significado real para cada persona y lo que hace que se establezca una relación entre la obra, el autor y el libro, de tal manera que “El descubrimiento de la capacidad plurisignificativa del discurso literario abre posibilidades de creación que sin embargo deben superar las limitaciones de la estructura discursiva lineal”, pero como forma de comprensión del texto, pues ocurre que los lectores comúnmente leen y releen el texto en las partes donde más le interesan, sin establecer un orden en particular y otorgándole determinados significados de acuerdo a sus formas de ver las cosas.
No es del todo nuevo que “El discurso deja, pues, de considerarse en su singularidad para concebirse en su “trascendencia textual”, de modo que un libro integra otro libro, y éste otro, en una sucesión infinita que conduce a percibir el mundo como el Gran Libro de la humanidad. La aproximación entre teoría literaria y desarrollo tecnológico en este punto es absolutamente explícita: la hipertextualidad viene a objetivar la intertextualidad, de manera que esta idea va a ser un referente obligado en la literatura electrónica”. Conocido es que muchos autores, han practicado la intertextualidad en la literatura impresa, estableciendo nexos y relaciones entre sus distintas obras, no siendo algo nuevo ni propio de la literatura electrónica, sino que una vez más es el texto impreso el que da la pauta que es potenciada por la tecnología.
Entre las argumentaciones de la autora, y que son bastante claras y pertinentes, para entender la función del lector, nos expone que “La capacidad plurisignificativa del discurso literario, tal como la hemos visto planteada desde la poética dialógica de Bajtin, desde el concepto de la obra abierta de Eco o desde la nouvelle critique de Barthes, conlleva la necesidad de concebir el texto no en función de su autor, sino con relación al lector: el escritor compone la obra, pero luego esa obra es distribuida, administrada, leída por el receptor, en un contexto cultural de saberes asimilados, de modo que “un texto se abre a la vida sólo cuando es leído”.
Todo enunciado “se construye desde el principio tomando en cuenta las posibles reacciones de respuesta para las cuales se construye en enunciado”. El lector no permanece impasible y adopta una postura activa de respuesta al percibir el discurso, ya que “toda comprensión está preñada de respuesta y de una u otra manera la genera: el oyente se convierte en hablante”
En un proceso en que “el lector tiene conciencia de revelar y crear a la vez, de revelar creando, de crear por revelación”.
“Identificar el texto como una individualidad creadora es empobrecerlo, reducirlo a una única voz: la escritura hace del texto un organismo abierto, intertextual – como proceso constante de palimpsesto— y performativo —como generador de infinitas significaciones—, porque ofrece un espacio en el que se produce “la destrucción de toda voz, de todo origen, ese lugar neutro compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco y negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe”.
No creemos sin embargo que “El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”, debido a que la mayoría de los casos, por no decir en la totalidad, después de haber leído un libro se produce un reconocimiento del autor y normalmente se busca otras obras del mismo y termina uno leyendo toda su producción o no leyendo nada más sin no nos ha gustado.
Concordamos con la autora en que “La irrupción de un nuevo estadio no supone por lo tanto una ruptura con el anterior, sino la presencia de otros fenómenos que vienen a añadirse para proponer modelos culturales alternativos. Lo que significa que el planteamiento correcto de los hechos no debe ser qué sustituye a qué, sino qué aporta el entorno digital respecto al entorno impreso”. Las nuevas tecnologías no suponen por lo tanto la desaparición de la literatura como tradicionalmente la hemos conocido, sino que nuevas formas de contar historias se han posibles gracias a la hipermedia y visto de otra manera todas las formas discursivas hasta ahora conocidas adquieren una nueva dimensión y aceptación potenciadas por la hipermedia.