PRENSA EN AREQUIPA
Guía Social Profesional Comercial e Industria de Arequipa y Mollendo
Editado por la Empresa de la Guía del Sur del Perú
1929 Año II de la publicación
ETAPA
REPUBLICANA
Cayetano Sánchez
Cayetano Sánchez
El
Perú después de su emancipación, se entregó como niño a los azahares de una
existencia licenciosa. Rotos los diques del gobierno colonial, las pasiones se
sobrepusieron a la inteligencia y a su violento empuje cedieron los principios
tutelares de la sociedad. Esto era lógico: La transición de un estado a otro
tenía que producir ese resultado.
Por
todas partes se levantaron caudillos que en nombre de una idea o de una pasión
demandaban a los pueblos su contingente de sangre y de sacrificios. Época
borrascosa y rudimentaria que no se ha estudiado y en la cual, se hallará
material histórico sin explotación y en abundancia.
El
general Vivanco, que ha poco esfuerzo había conseguido hacerse presidente de la
República, tuvo que dejar el mullido asiento del Directorio para atender a la
revolución que en Moquegua hizo el general Castilla.
Estos
dos generales van a ocupar el escenario político por más de una década, y a sus
nombres irá unida una serie de sucesos que formará la armazón de nuestra
actualidad.
La
batalla del 22 de julio de 1844, que se libro en Carmen Alto, da la medida para
tallar a los dos hombres que han influido en los destinos del país.
El
general Castilla mostró entonces su aventajada estrategia, colocando su
ejército en posiciones superiores a las del adversario, y echando como un
torrente desbordado a sus soldados, consiguió arrollar a los soldados enemigos,
superiores en número. El Carmen Alto fue pues la tumba del Directorio.
Castilla
subió al poder y con brazo robusto pudo cimentar la paz.
La
administración pública de entonces podemos decir que era embrionaria, porque no
se conocía el presupuesto, y la autoridad del jefe político era discrecional
hasta en asuntos de hacienda. Los errores debían ser continuos y la marcha de
los gobiernos tortuosa y llena de peligros.
A
combatir la política del general Castilla vino el “Pabellón Nacional”,
semanario, que escribieron el señor Ignacio Novoa y el doctor Mateo Paz Soldán.
Las colecciones de este periódico han desaparecido pero generalmente se habla
con entusiasmo de sus artículos de fondo y se recuerda aquella época, por los
coetáneos, como la afortunada iniciación del periodismo en Arequipa.
El
señor Novoa, que después fue diputado en el Congreso y Ministro de Hacienda,
había hecho sus estudios en París. Conocía la literatura francesa y muestra de
ello es la correcta traducción que hizo de muchas composiciones poéticas de
Berenguer y Lamartine. Parece que el señor Novoa se preocupaba poco de limar
sus frases, pero en medio de su natural o estudiado abandono, se encuentran
destellos de magnificencia y toques de gustosa dulzura. Colaboró quizás en
todos los periódicos de su tiempo y particularmente en el “Constitucional”, diario
político que escribieron en Lima los señores Vigil, José Gregorio Paz Soldán y
Lazo, y en la “Gaceta Judicial” fundada por los señores Atanasio Fuentes,
Simeón Tejada, Toribio Pacheco, Alberdi, abogado argentino, y otras
celebridades que dieron honra a la patria.
Durante
la administración Peste, el señor Novoa fue a Chile de Ministro
Plenipotenciario, y allí murió olvidado de todos.
El
doctor Mateo Paz Soldán unió a la variedad de sus profundos conocimientos en
literatura, artes y ciencias, la celebridad de sus infortunios.
El
poeta Corpancho, que fue a morir en las aguas de México, dejó una breve
biografía de este sabio. Ese trabajo se halla en las primeras páginas de la
Geografía del Perú que publicó en señor Mariano Felipe Paz Soldán.
Tocaba
a su término la administración del general Castilla, y los partidos políticos
empezaban a organizarse para entrar en Campaña. El vencido en el Carmen Alto
había dejado recuerdos y amigos. Con el tiempo se rehabilitaron aquellos y se
disciplinaron estos.
Apareció
“El Porvenir”, periódico bisemanal, proclamando a la candidatura del general
Vivanco. Fueron principales colaboradores el citado señor Novoa, los doctores
Andrés Martínez, Manuel Toribio Ureta, José María Pérez y otros.
Al
lujo de doctrinas y de principios unía “El Porvenir” la sensatez y el buen
gusto. En la mesa de su redacción descollaba el doctor Martínez. Según los más
de sus contemporáneos, era profundo pensador y de poderosa concepción. Abordaba
con facilidad las más elevadas cuestiones de Filosofía y de jurisprudencia, lo
mismo que las de teología y de política. De estatura elevada y formas
atléticas, podía con su voz atronadora irritar y contener al pueblo, mas con la
riqueza de su mente contrastaba su temperamento flemático, y ésta debe ser la razón
porque no dejó algo que mostrase a la posteridad la extensión prodigiosa de sus
facultades.
Novoa
dijo de su colaborador que era el rey del pensamiento, y el doctor Pedro José
Bustamante, que hubiera rivalizado con Mirabeau en la tribuna.
El
doctor Manuel Toribio Ureta, cuyo espíritu analítico se trasluce en sus “Vistas
Fiscales”, gozó como abogado de una reputación colosal. Político audaz, supo
dominarse en los momentos más críticos y dirigir con pulso tranquilo el timón
de su barco entre las encrespadas olas. Ya entonces se revelaba al reformador
que en ocasión solemne borró el año 55 de nuestra legislación, la palabra
esclavitud, restituyendo al negro sus derechos personales confiscados por la
inhumanidad y la codicia.
El
doctor José María Pérez, que ocupó un lugar preferente en el foro arequipeño,
dedicaba sin embargo no pocos momentos a las musas. Escritor galano y simpático
orador, fue mas tarde diputado, ocupando después un asiento en la Corte
Superior de Lima.
Otro
periódico bisemanal apareció también en aquella época; se llamaba “El Lector”
defendía la misma candidatura y parece que sus redactores fueron los de “El
Porvenir”.
“La
Escoba”, “La Tijera” y “La Balanza” surgieron en el mismo tiempo, con formatos
pequeños. El primero era producción de Cipriano Cano, poeta satírico y escritor
cáustico.
Hacía
frente a todos “La Opinión”, órgano de la candidatura Echenique, que escribía
principalmente el doctor Hipólito Sánchez.
Nada
diremos del autor de “Vencer o Morir”, que le dio merecida fama por no ofender
su modestia.
Los
partidos llegaron entonces a su mayor efervescencia. El de Vivanco era
poderoso. Se adoptaron signos para reconocerse. El botón colorado distinguía a
los vivanquistas y el negro a los otros. La lucha electoral tenía algo de la
inglesa que con el nombre de la rosa blanca y encarnada conquistó su lugar en
la historia. Encuentros desgraciados y choques funestos ocurrían a cada
instante en las calles, en las plazas y en todas partes. La candidatura de
Vivanco era apoyada por el pueblo y la de Echenique por el gobierno de aquí que
se exacerbase más el odio entre uno y el
otro.
La
irritación de los partidos produjo la hecatombe del 25 de noviembre de 1849 y
los sucesos posteriores.
El
general Echenique fue proclamado presidente y pasaron en silencio los años de
1852 y 53, hasta que el 7 de enero de 1854 se levantó el pueblo y llevó su
bandera victoriosa hasta los campos de la Palma. En todo este periodo sólo
circulaban papeles sueltos, de circunstancias o boletines, que daban noticias
de las operaciones de guerra. Los “Papeles Públicos”, que así se llamaba por el
vulgo a esta clase de publicaciones, son documentos que tendrá que buscar y
leer quien escriba la historia de arequipa. Ellos educaron al pueblo y lo
dirigieron por el sendero que ha recorrido.
El año
55, Francisco Ibáñez funda “El Buzón”, periódico eventual y que tuvo corta
vida.
El año
56, se hace otra revolución, proclamando al general Vivanco, revolución aciaga
que trae el sitio de Arequipa y su sangrienta conclusión en las trincheras de
San Pedro.
En esa
época apareció “El Centinela del Pueblo”, escrito por el doctor Cabrera,
oriundo de Bolivia, y “El Arequipeño”, por el doctor José Ciriaco Hurtado.
El
pronunciamiento del “Apurimac”, a favor de la revolución, por el teniente de
marina Lizardo montero, sugiere la idea de llevar la guerra a la misma capital,
se organiza una expedición que se hace a bordo del barco sublevado. La
expedición fracasa en el Callao y el jefe revolucionario vuelve a Arequipa.
Había tenido la cruel impasibilidad de ver combatir sin cuartel a sus adeptos,
desde la popa de su nave. Mientras tanto el se hallaba fuera del alcance de las
balas enemigas... Con todo, sus parciales lo reciben, y entonces pronuncia en
la Plaza de Armas aquel celebrado discurso que principiaba así: “Arequipeños:
no os traigo los laureles de la victoria sino las lagrimas del duelo...”
El
general castilla concentra sus legiones en Sachaca y se comienza aquel
histórico sitio.
Nunca
se ha combatido con más encarnizamiento entre hermanos. Guerrilleros
arequipeños hay en los dos bandos, que riegan con su sangre, en porfiadas
lidias, los alrededores de Sachaca, Tingo, Los Arrayanes y el Loreto. Desde las
cuatro de la tarde se apiña la gente en las torres, en los altos de las casas y
en los lugares prominentes, para espectar la riña de los guerrilleros. A veces
toma tal incremento, que compromete los cuerpos de línea. Entonces los obuses
de Sachaca lanzan sus bombas sobre la ciudad, que revientan en el aire o
estallan contra los muros.
¡Qué
tiempos, qué escenas!
Entre
el fragor del combate, circulaba apenas “El Constitucional”, periódico que
escribía en Sachaca el poeta Corpancho y el doctor don Pedro José Bustamante,
inteligencia elevada y espíritu tan recio como austero.
Antes
de ésta época y en el año anterior había aparecido en Arequipa “EL Murciélago”,
censurando al gobierno y cuyos artículos chispeantes se leían con avidez. El
doctor Manuel Atanasio Fuentes, que manejaba todos los estilos con facilidad
admirable, siéndole familiares el verso como la prosa, tuvo grata hospitalidad
entre nosotros.
Después
de una lucha tan prolongada, Arequipa debía desear la quietud. Vencida y
desangrada, iba a hallar en el reposo el olvido de sus desgracias.
El año
59 salió “El Municipal” órgano de esta institución, que había sido
reorganizada. Los escribía el joven doctor Francisco Arizmendi.
El año
de 1860 viene “La Bolsa” creación de los doctores Toribio Pacheco, Armando de
la Fuente y Francisco Ibáñez.
De sus
tres fundadores, el doctor Pacheco fue escritor fecundo, fácil y correcto,
sostuvo sin cansancio el brillo de su pluma. Ilustró el foro con Derecho Civil
y nuestra chancillería con inolvidables documentos.
En
1862, los doctores M. A. Cateriano, J. Moscoso Melgar, Justiniano Bustamante y
Ernesto Novoa, fundaron “El Ferrocarril”, periódico bisemanal que duró cerca de
tres años.
Por la
muerte inesperada del general San Román fue llamado a la Presidencia de la
República el general Juan Antonio Peste, quien provocó las iras populares con
el tratado de paz celebrado en el Callao a bordo de la “Villa de Madrid” entre
el general Vivanco y el almirante de la escuadra española.
Los
ignominiosos artículos de dicho tratado no podían leerse con ánimo tranquilo.
Una
noche de febrero de 1865, departiendo algunos amigos, rodó la conversación
sobre el Tratado Vivanco – Pareja. La exaltación no tuvo límites, y los
circunstantes, unidos por un solo pensamiento, acordaron hacer constar a
cualquier precio, que Arequipa no suscribía tanta infamia.
Esa
noche se concibió “La Guillotina” que a pocos días y en pequeño formato
imprecaba al gobierno por la humillación y llamaba al pueblo para que se
hiciera justicia.
El 28
de febrero a medio día contestó el pueblo a La Guillotina, fueron M. A.
Cateriano, J. Moscoso Melgar, Eleodoro F. Del Prado y Daniel barrera.
La voz
de Arequipa repercutió por todas partes. Vinieron entonces a engrosar las filas
de la revolución numerosos partidarios, y entre ellos se distinguieron primero
el doctor Pazos y después Enrique Lara y Carlos A. Salaverry. Al doctor Pazos
se le dio la jefatura de la redacción del “Boletín de Guerra”.
La
Guillotina cumplida su misión dejó su nombre apareciendo “El Eco Nacional”.
El
ejército restaurador después de una penosa campaña, penetró triunfante en la
capital el 6 de diciembre del mismo año.
Al
triunfo de la restauración le siguió el 2 de mayo, cuyos rayos de gloria
refulgen más sobre el negro fondo de nuestras ulteriores desventuras.
Arequipa,
con su prensa, ha sido factor mas o menos directo, en las evoluciones del Perú, teniendo su parte
de gloria por las adquisiciones del derecho, conseguidas en aquellas épocas.
En la
redención del esclavo y en la declaración de la inviolabilidad de la vida
humana, monumentos colosales que saludarán reverentes las generaciones que
vengan, Arequipa puso su contingente, empujando a sus hijos a los campos de la
Palma. De allí brotó la Convención Nacional, y de la Convención Nacional, la
Carta de 1856.
Cuando
en 1864 se intentó reivindicar lo que en la Edad Media se llamaba derecho de
conquista y que no era mas que el derecho de la fuerza, Arequipa protestó y su
protesta restauradora produjo el combate de Abato y el 2 de mayo, sellos
últimos de la independencia de las repúblicas sudamericanas.
DE
1890 A NUESTROS DÍAS
Juan Sagastegui
Juan Sagastegui
Tras
la bolsa que murió renaciendo en
repetidas ocasiones, siendo uno de sus últimos directores el doctor Daniel
Rossel Esteves, literato de reconocido prestigio nacional, aparecieron diversos
diarios y revistas, con vida más o menos larga, pero que al pasar dejaron la
siempre la huella de una enseñanza o el fustazo de una frase rebelde.
El 31
de octubre de 1890, se fundó como órgano del partido conservador de Arequipa,
el diario “El Deber”, cuyo primer director fue el doctor Abraham de Vinatea.
Después
apareció “La Patria”, fundada por destacados elementos de la intelectualidad de
esa época. Estaba inspirada en las doctrinas de Gonzales Prada y era
abiertamente radical. En ella escribieron el doctor Eleodoro M. del Prado , el
doctor Francisco Gómez de la Torre, el doctor José Segundo Osorio y casi todos
los que en esos buenos tiempos de la religiosa Arequipa, sentían el anhelo
renovador.
Después
el distinguido intelectual doctor Francisco mostajo fundó “La Revista del Sur”,
que vivió largo tiempo, dejando el recuerdo simpático de todos los periódicos
de lucha.
Años
más tarde, como órganos del Partido Liberal y para sostener las campañas
políticas de entonces, los doctores Mariano Lino Urquieta y Francisco Mostajo
fundaron sucesivamente “El Ariete” y “El Zurriago”, que por su valentía y
mordacidad recordaban los mejores tiempos de “El Murciélago”, que en épocas
lejanas dirigiera el doctor Atanasio Fuentes, uno de los más grandes humoristas
que ha tenido el Perú.
En
enero de 1906, Manuel T. Arispe, el distinguido poeta don Edilberto Zegarra
Ballón y sus hermanos fundaron el diario “El Pueblo”, que trayendo valioso
contingente de ideas y espíritu renovador se impulsó rápidamente obligando a
los otros dos diarios, “El Deber” y “La Bolsa” a desentumecerse liberándose de
la rutina entorpecedora.
El
Deber consiguió su objeto alcanzando rápido progreso, pero La Bolsa languideció
paulatinamente y murió al poco tiempo incapacitada por la vejez de sus prensas
y los imperativos de la costumbre, de sostener una lucha imposible.
En
1906 Máximo Gorbitz, fundó “La República”, de la que salieron algunos números
desapareciendo por la prisión de su director.
En esa
misma época, poco más o menos, el doctor Francisco Mostajo fundó “Juventud” y
poco después Augusto Aguirre Morales, Alberto Ballón Landa, Zúñiga Quintana y
Carlos Chirinos Pacheco, quien dirigió la primera de las revistas fundaron
sucesivamente “Albores”, “Sucesos” y “Actualidades”, que tuvieron la vida
efímera a que el medio arequipeño condena siempre a las revistas.
La
señora Lastenia Larriva de Llona, poetisa de merecida fama que estuvo algunos
años en Arequipa fundó y dirigió “Arequipa Ilustrada”, revista de gran formato,
con papel satinado y numerosos grabados y fotografados. Fue simpáticamente
acogida por el público, teniendo la colaboración decidida de todos los
escritores de la época.
Alberto
Hidaldo, muy al comienzo de su inquietante vida literaria, en compañía de César
Rodríguez y de casi todos los poetas que pocos años más tarde deberían hacer
dar un salto enorme a la literatura arequipeña, hasta entonces envuelta en los
pañales del clasismo español, fundó “Anunciación”, semanario simpatiquísimo que
encerró en sus columnas las primicias de casi todos los poetas jóvenes de la
época.
Años
más tarde Percy Gibson, Renato Morales, César Rodríguez, Belisario Calle y
otros, muchos cuyos nombres a tiempo ya cruzaron toda América como un grito de
luz, crearon la sociedad del “Aquelarre” y le dieron como órgano la revista del
mismo nombre, que encerró en sus páginas el anhelo juvenil y el ansia
espiritual de los que más tarde escribirían el nombre de Arequipa entre los
pueblos más cultos del Perú.
En
1911, más o menos el doctor Modesto Málaga fundó “La Federación, que vivió
bastante tiempo distinguiéndose por su carácter combativo y la brava rudeza de
sus ataques, características marcadas de la prensa de esa época.
Años
después, Aguirre Morales, como órgano del Partido Liberal que entonces en
Arequipa presidía el Dr. Urquieta, fundó y dirigió “El Sur” diario cuyas
tendencias revolucionarias lo hicieron simpático al público que gusta el plato
fuerte del panfleto. En este periódico colaboraron todos los escritores que
comulgaban con los ideales de Urquieta y de Mostajo. En él, como primer
redactor, inició su carrera periodística Miguel Angel Urquieta.
Desaparecido
“El Sur” y sintiéndose la necesidad de un diario con ideas renovadoras,
luchador y bravo, una fuerte empresa hizo nacer “El Heraldo”, entregándolo a la
talentosa dirección del escritor don Alberto Seguín. “El Heraldo” cumplió su
cometido: periódico de lucha hizo frente sin vacilar a todo cuanto podía herir
sus ideales. Tenía toda el alma de Seguín y Seguín era un valiente. Este diario
fue clausurado en 1922 y su director, primero preso fue a morir después en el
destierro.
Poco
más o menos, en esa misma época, pareció “El Volcan”, revista semanal fundada
por el Dr. Francisco Mostajo, el cual le impuso su sello resueltamente radical.
Poco
después nació “Tipos y Tipitos”, semanario humorista, que en compañía de varios
intelectuales lo fundara el Sr. Delgado Manrique.
En
1919, Alberto Hidalgo y Miguel Angel Urquieta se unieron para fundar “La
Semana”, que se escribió con notable talento y buen gusto, siendo
satisfactoriamente acogida por el público. Revolucionó por completo el periodismo de revista. “La
Semana” dejó de publicarse en 1924 y Miguel Angel Urquieta fue deportado a
Bolivia.
En
1921, un numeroso grupo de escritores se unieron para fundar “Social”, cuya
dirección fue rotativa. Esta revista inaparente para el medio, sin doctrina
precisa, no pudiéndola tener por la diversidad absoluta de opiniones de sus
redactores, tuvo que morir dejando la huella de un esfuerzo inútil.
En
1923 dos chiquillos alegres, pletóricos de juventud y de talento: Julio
Vizcarra y J. Enrique Febres, fundaron el más risueño semanario que ha podido
tener Arequipa. Se llamó “Plac Plac” y en el se derrochó alegría sana y
llovieron la tomaduras de pelo hiriendo sin temor la vanidad burguesa de muchos
y el espíritu arcaico de los más. “Plac Plac” vivió muy poco tiempo, se
extinguió como una carcajada que no puede encontrar eco.
En esa
misma época, el Dr. Benjamín Chirinos Pacheco, siguiendo las tendencias
imperantes, fundó “La Patria” y poco después “La Revista Universitaria”, ambas
doctrinarias y con la tendencia de llevar a la juventud por sendas nuevas.
Casi
en esa misma época, muy poco después, dirigida por Benjamín chirinos Pacheco y
por Alberto Guillén, apareció “La Linterna” semanario de índole absolutamente
literaria que desgraciadamente tuvo la vida efímera que entre nosotros tienen
necesariamente las revistas de ésta índole.
Alberto
Valdivia Morón impuso la fogosidad de su carácter y la volubilidad de su
temperamento a “la Tribuna”, que fue sólo una revista política sin tendencias
de otra índole.
En
1923 Oscar Brain, Victor Ballón Angulo, Guillermo Bellatín y Victor Rodríguez
Escobedo, dieron toda su fuerza juvenil en “Páginas Libres” que se enfrentó
valientemente a todo lo constituido defendiendo ideales de verdadero
vanguardismo. Clausurada por las autoridades y prohibida su publicación, sus
redactores, con tenacidad digna de encomio, crearon “Páginas Tristes” de la
cual no apareció sino un solo número y entonces al ser prohibida también su
publicación, nació “Don Quijote”, el que por su carácter humorista y lo
avanzado de sus ideas, fue suprimido causando la deportación de Brain y de su
editor.
Meses
después, en el mismo año de 1924, Victor Ballón Angulo, Guillermo Bellatín,
Enrique Febres, Julio Vizcarra y Victor Rodríguez Escobedo, continuaron la
labor de las revistas anteriores en “Fiat Lux”, marcando en ella una fuerte
tendencia igualitaria. Desapareció por las mismas razones y conjuntamente con
“La Semana” en julio del mismo año.
El
mismo año de 1924, Mario Chávez fundó “Páginas Selectas”, de índole
absolutamente literaria y que no tuvo acogida porque el público se había
acostumbrado ya a la revista luchadora o humorística.
Notando
la necesidad que sentía Arequipa por la revista broma, Julio Vizcarra y Enrique
Febres fundaron “Las Horas”, que fueron acogidas cariñosamente por el público.
Tuvo larga vida y sucesivamente tomaron
la dirección Julio Vizcarra, Benjamín Chirinos Pacheco y el Dr. Francisco
Mostajo. Dejo de aparecer en 1926. Poco después de aparecer “Las Horas” un
grupo intelectual compuesto por Fernández Hernani, Eladio Limaco y otros,
hicieron aparecer “La Esfera” revista solamente literaria que siguió el rumbo
que todas las que anteriormente aparecieran, a pesar de tener prensas propias y
de haber luchado decididamente por vivir.
El 6
de enero de 1927 nació el diario “Noticias” dirigido por Luis de la Jara y
compuesto por un selecto cuerpo de redacción. En la redacción de “Noticias”
estaban José Medina, Enrique Febres, Olazábal y Eleazar Bustamante. “Noticias”
con ideas nuevas y conceptos más precisos sobre el periodismo moderno, sacudió
a la prensa local desanquilozándola y obligándola a renovarse; hizo exactamente
lo que “El Pueblo” en 1905 con “El Deber” y “La Bolsa”: arrancarlos por emulación
de la rutina periodística y lanzarlos a un esfuerzo necesariamente triunfador.
El talento reconocido y la juventud de su director y sus redactores fueron los
pilares de un brillante futuro.
Luis
de la Jara estuvo mucho tiempo en Europa donde adquirió conocimientos precisos
y basta preparación; después estuvo en Buenos Aires como redactor de “La
Nación” y volvió a Arequipa para fundar “Noticias”, la marcó rumbos nuevos al
periodismo Arequipeño.
En
1927 y 28 aparecieron “Hogar” dirigido por el señor Olazábal; “la Aldea” a cuyo
frente estuvo M. Gallegos Sanz; “Melgar” dirigido por el Dr. Francisco Mostajo;
“La Carcajada”, “Los Andes” y “El Golpe” fundados por un grupo de
universitarios; “Cultura”, órgano de “El Ateneo” que dirige el Dr. Bravo mejía;
“Escocia”, órgano cultural fundado en recuerdo a la gloriosa memoria del Dr.
Hunter; “El Derecho”, órgano del Colegio de Abogados”, está publicación que
aparece desde hace varios está dirigida
por el poeta Dr. Sixto Morales; “Teosofía”, revista doctrinaria de propaganda
teosófica que dirige el Dr. Alejandro Benavente Alcazar.
“Rojo
y Azul”, que fundaron Victor Ballón Angulo y Victor Rodríguez Escobedo,
desapareció para dejar paso a “Democracia” que apareció el 4 de agosto de 1928,
teniendo como director a Benjamín Chirinos Pacheco y como primer redactor a
Victor Ballón Angulo.
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