martes, 22 de julio de 2014

Apuntes para la historia del periodismo en Arequipa

PRENSA EN AREQUIPA

Guía Social Profesional Comercial e Industria de Arequipa y Mollendo
Editado por la Empresa de la Guía del Sur del Perú
1929 Año II de la publicación

ETAPA REPUBLICANA
Cayetano Sánchez

El Perú después de su emancipación, se entregó como niño a los azahares de una existencia licenciosa. Rotos los diques del gobierno colonial, las pasiones se sobrepusieron a la inteligencia y a su violento empuje cedieron los principios tutelares de la sociedad. Esto era lógico: La transición de un estado a otro tenía que producir ese resultado.

Por todas partes se levantaron caudillos que en nombre de una idea o de una pasión demandaban a los pueblos su contingente de sangre y de sacrificios. Época borrascosa y rudimentaria que no se ha estudiado y en la cual, se hallará material histórico sin explotación y en abundancia.

El general Vivanco, que ha poco esfuerzo había conseguido hacerse presidente de la República, tuvo que dejar el mullido asiento del Directorio para atender a la revolución que en Moquegua hizo el general Castilla.

Estos dos generales van a ocupar el escenario político por más de una década, y a sus nombres irá unida una serie de sucesos que formará la armazón de nuestra actualidad.

La batalla del 22 de julio de 1844, que se libro en Carmen Alto, da la medida para tallar a los dos hombres que han influido en los destinos del país.

El general Castilla mostró entonces su aventajada estrategia, colocando su ejército en posiciones superiores a las del adversario, y echando como un torrente desbordado a sus soldados, consiguió arrollar a los soldados enemigos, superiores en número. El Carmen Alto fue pues la tumba del Directorio.

Castilla subió al poder y con brazo robusto pudo cimentar la paz.

La administración pública de entonces podemos decir que era embrionaria, porque no se conocía el presupuesto, y la autoridad del jefe político era discrecional hasta en asuntos de hacienda. Los errores debían ser continuos y la marcha de los gobiernos tortuosa y llena de peligros.

A combatir la política del general Castilla vino el “Pabellón Nacional”, semanario, que escribieron el señor Ignacio Novoa y el doctor Mateo Paz Soldán. Las colecciones de este periódico han desaparecido pero generalmente se habla con entusiasmo de sus artículos de fondo y se recuerda aquella época, por los coetáneos, como la afortunada iniciación del periodismo en Arequipa.

El señor Novoa, que después fue diputado en el Congreso y Ministro de Hacienda, había hecho sus estudios en París. Conocía la literatura francesa y muestra de ello es la correcta traducción que hizo de muchas composiciones poéticas de Berenguer y Lamartine. Parece que el señor Novoa se preocupaba poco de limar sus frases, pero en medio de su natural o estudiado abandono, se encuentran destellos de magnificencia y toques de gustosa dulzura. Colaboró quizás en todos los periódicos de su tiempo y particularmente en el “Constitucional”, diario político que escribieron en Lima los señores Vigil, José Gregorio Paz Soldán y Lazo, y en la “Gaceta Judicial” fundada por los señores Atanasio Fuentes, Simeón Tejada, Toribio Pacheco, Alberdi, abogado argentino, y otras celebridades que dieron honra a la patria.

Durante la administración Peste, el señor Novoa fue a Chile de Ministro Plenipotenciario, y allí murió olvidado de todos.

El doctor Mateo Paz Soldán unió a la variedad de sus profundos conocimientos en literatura, artes y ciencias, la celebridad de sus infortunios.

El poeta Corpancho, que fue a morir en las aguas de México, dejó una breve biografía de este sabio. Ese trabajo se halla en las primeras páginas de la Geografía del Perú que publicó en señor Mariano Felipe Paz Soldán.

Tocaba a su término la administración del general Castilla, y los partidos políticos empezaban a organizarse para entrar en Campaña. El vencido en el Carmen Alto había dejado recuerdos y amigos. Con el tiempo se rehabilitaron aquellos y se disciplinaron estos.

Apareció “El Porvenir”, periódico bisemanal, proclamando a la candidatura del general Vivanco. Fueron principales colaboradores el citado señor Novoa, los doctores Andrés Martínez, Manuel Toribio Ureta, José María Pérez y otros.

Al lujo de doctrinas y de principios unía “El Porvenir” la sensatez y el buen gusto. En la mesa de su redacción descollaba el doctor Martínez. Según los más de sus contemporáneos, era profundo pensador y de poderosa concepción. Abordaba con facilidad las más elevadas cuestiones de Filosofía y de jurisprudencia, lo mismo que las de teología y de política. De estatura elevada y formas atléticas, podía con su voz atronadora irritar y contener al pueblo, mas con la riqueza de su mente contrastaba su temperamento flemático, y ésta debe ser la razón porque no dejó algo que mostrase a la posteridad la extensión prodigiosa de sus facultades.

Novoa dijo de su colaborador que era el rey del pensamiento, y el doctor Pedro José Bustamante, que hubiera rivalizado con Mirabeau en la tribuna.

El doctor Manuel Toribio Ureta, cuyo espíritu analítico se trasluce en sus “Vistas Fiscales”, gozó como abogado de una reputación colosal. Político audaz, supo dominarse en los momentos más críticos y dirigir con pulso tranquilo el timón de su barco entre las encrespadas olas. Ya entonces se revelaba al reformador que en ocasión solemne borró el año 55 de nuestra legislación, la palabra esclavitud, restituyendo al negro sus derechos personales confiscados por la inhumanidad y la codicia.

El doctor José María Pérez, que ocupó un lugar preferente en el foro arequipeño, dedicaba sin embargo no pocos momentos a las musas. Escritor galano y simpático orador, fue mas tarde diputado, ocupando después un asiento en la Corte Superior de Lima.

Otro periódico bisemanal apareció también en aquella época; se llamaba “El Lector” defendía la misma candidatura y parece que sus redactores fueron los de “El Porvenir”.

“La Escoba”, “La Tijera” y “La Balanza” surgieron en el mismo tiempo, con formatos pequeños. El primero era producción de Cipriano Cano, poeta satírico y escritor cáustico.

Hacía frente a todos “La Opinión”, órgano de la candidatura Echenique, que escribía principalmente el doctor Hipólito Sánchez.

Nada diremos del autor de “Vencer o Morir”, que le dio merecida fama por no ofender su modestia.

Los partidos llegaron entonces a su mayor efervescencia. El de Vivanco era poderoso. Se adoptaron signos para reconocerse. El botón colorado distinguía a los vivanquistas y el negro a los otros. La lucha electoral tenía algo de la inglesa que con el nombre de la rosa blanca y encarnada conquistó su lugar en la historia. Encuentros desgraciados y choques funestos ocurrían a cada instante en las calles, en las plazas y en todas partes. La candidatura de Vivanco era apoyada por el pueblo y la de Echenique por el gobierno de aquí que se exacerbase  más el odio entre uno y el otro.

La irritación de los partidos produjo la hecatombe del 25 de noviembre de 1849 y los sucesos posteriores.

El general Echenique fue proclamado presidente y pasaron en silencio los años de 1852 y 53, hasta que el 7 de enero de 1854 se levantó el pueblo y llevó su bandera victoriosa hasta los campos de la Palma. En todo este periodo sólo circulaban papeles sueltos, de circunstancias o boletines, que daban noticias de las operaciones de guerra. Los “Papeles Públicos”, que así se llamaba por el vulgo a esta clase de publicaciones, son documentos que tendrá que buscar y leer quien escriba la historia de arequipa. Ellos educaron al pueblo y lo dirigieron por el sendero que ha recorrido.

El año 55, Francisco Ibáñez funda “El Buzón”, periódico eventual y que tuvo corta vida.

El año 56, se hace otra revolución, proclamando al general Vivanco, revolución aciaga que trae el sitio de Arequipa y su sangrienta conclusión en las trincheras de San Pedro.

En esa época apareció “El Centinela del Pueblo”, escrito por el doctor Cabrera, oriundo de Bolivia, y “El Arequipeño”, por el doctor José Ciriaco Hurtado.

El pronunciamiento del “Apurimac”, a favor de la revolución, por el teniente de marina Lizardo montero, sugiere la idea de llevar la guerra a la misma capital, se organiza una expedición que se hace a bordo del barco sublevado. La expedición fracasa en el Callao y el jefe revolucionario vuelve a Arequipa. Había tenido la cruel impasibilidad de ver combatir sin cuartel a sus adeptos, desde la popa de su nave. Mientras tanto el se hallaba fuera del alcance de las balas enemigas... Con todo, sus parciales lo reciben, y entonces pronuncia en la Plaza de Armas aquel celebrado discurso que principiaba así: “Arequipeños: no os traigo los laureles de la victoria sino las lagrimas del duelo...”

El general castilla concentra sus legiones en Sachaca y se comienza aquel histórico sitio.

Nunca se ha combatido con más encarnizamiento entre hermanos. Guerrilleros arequipeños hay en los dos bandos, que riegan con su sangre, en porfiadas lidias, los alrededores de Sachaca, Tingo, Los Arrayanes y el Loreto. Desde las cuatro de la tarde se apiña la gente en las torres, en los altos de las casas y en los lugares prominentes, para espectar la riña de los guerrilleros. A veces toma tal incremento, que compromete los cuerpos de línea. Entonces los obuses de Sachaca lanzan sus bombas sobre la ciudad, que revientan en el aire o estallan contra los muros.

¡Qué tiempos, qué escenas!

Entre el fragor del combate, circulaba apenas “El Constitucional”, periódico que escribía en Sachaca el poeta Corpancho y el doctor don Pedro José Bustamante, inteligencia elevada y espíritu tan recio como austero.

Antes de ésta época y en el año anterior había aparecido en Arequipa “EL Murciélago”, censurando al gobierno y cuyos artículos chispeantes se leían con avidez. El doctor Manuel Atanasio Fuentes, que manejaba todos los estilos con facilidad admirable, siéndole familiares el verso como la prosa, tuvo grata hospitalidad entre nosotros.

Después de una lucha tan prolongada, Arequipa debía desear la quietud. Vencida y desangrada, iba a hallar en el reposo el olvido de sus desgracias.

El año 59 salió “El Municipal” órgano de esta institución, que había sido reorganizada. Los escribía el joven doctor Francisco Arizmendi.

El año de 1860 viene “La Bolsa” creación de los doctores Toribio Pacheco, Armando de la Fuente y Francisco Ibáñez.

De sus tres fundadores, el doctor Pacheco fue escritor fecundo, fácil y correcto, sostuvo sin cansancio el brillo de su pluma. Ilustró el foro con Derecho Civil y nuestra chancillería con inolvidables documentos.

En 1862, los doctores M. A. Cateriano, J. Moscoso Melgar, Justiniano Bustamante y Ernesto Novoa, fundaron “El Ferrocarril”, periódico bisemanal que duró cerca de tres años.

Por la muerte inesperada del general San Román fue llamado a la Presidencia de la República el general Juan Antonio Peste, quien provocó las iras populares con el tratado de paz celebrado en el Callao a bordo de la “Villa de Madrid” entre el general Vivanco y el almirante de la escuadra española.

Los ignominiosos artículos de dicho tratado no podían leerse con ánimo tranquilo.

Una noche de febrero de 1865, departiendo algunos amigos, rodó la conversación sobre el Tratado Vivanco – Pareja. La exaltación no tuvo límites, y los circunstantes, unidos por un solo pensamiento, acordaron hacer constar a cualquier precio, que Arequipa no suscribía tanta infamia.

Esa noche se concibió “La Guillotina” que a pocos días y en pequeño formato imprecaba al gobierno por la humillación y llamaba al pueblo para que se hiciera justicia.

El 28 de febrero a medio día contestó el pueblo a La Guillotina, fueron M. A. Cateriano, J. Moscoso Melgar, Eleodoro F. Del Prado y Daniel barrera.

La voz de Arequipa repercutió por todas partes. Vinieron entonces a engrosar las filas de la revolución numerosos partidarios, y entre ellos se distinguieron primero el doctor Pazos y después Enrique Lara y Carlos A. Salaverry. Al doctor Pazos se le dio la jefatura de la redacción del “Boletín de Guerra”.

La Guillotina cumplida su misión dejó su nombre apareciendo “El Eco Nacional”.

El ejército restaurador después de una penosa campaña, penetró triunfante en la capital el 6 de diciembre del mismo año.

Al triunfo de la restauración le siguió el 2 de mayo, cuyos rayos de gloria refulgen más sobre el negro fondo de nuestras ulteriores desventuras.

Arequipa, con su prensa, ha sido factor mas o menos directo, en  las evoluciones del Perú, teniendo su parte de gloria por las adquisiciones del derecho, conseguidas en aquellas épocas.

En la redención del esclavo y en la declaración de la inviolabilidad de la vida humana, monumentos colosales que saludarán reverentes las generaciones que vengan, Arequipa puso su contingente, empujando a sus hijos a los campos de la Palma. De allí brotó la Convención Nacional, y de la Convención Nacional, la Carta de 1856.

Cuando en 1864 se intentó reivindicar lo que en la Edad Media se llamaba derecho de conquista y que no era mas que el derecho de la fuerza, Arequipa protestó y su protesta restauradora produjo el combate de Abato y el 2 de mayo, sellos últimos de la independencia de las repúblicas sudamericanas.

DE 1890 A NUESTROS DÍAS
Juan Sagastegui

Tras la bolsa  que murió renaciendo en repetidas ocasiones, siendo uno de sus últimos directores el doctor Daniel Rossel Esteves, literato de reconocido prestigio nacional, aparecieron diversos diarios y revistas, con vida más o menos larga, pero que al pasar dejaron la siempre la huella de una enseñanza o el fustazo de una frase rebelde.

El 31 de octubre de 1890, se fundó como órgano del partido conservador de Arequipa, el diario “El Deber”, cuyo primer director fue el doctor Abraham de Vinatea.

Después apareció “La Patria”, fundada por destacados elementos de la intelectualidad de esa época. Estaba inspirada en las doctrinas de Gonzales Prada y era abiertamente radical. En ella escribieron el doctor Eleodoro M. del Prado , el doctor Francisco Gómez de la Torre, el doctor José Segundo Osorio y casi todos los que en esos buenos tiempos de la religiosa Arequipa, sentían el anhelo renovador.

Después el distinguido intelectual doctor Francisco mostajo fundó “La Revista del Sur”, que vivió largo tiempo, dejando el recuerdo simpático de todos los periódicos de lucha.

Años más tarde, como órganos del Partido Liberal y para sostener las campañas políticas de entonces, los doctores Mariano Lino Urquieta y Francisco Mostajo fundaron sucesivamente “El Ariete” y “El Zurriago”, que por su valentía y mordacidad recordaban los mejores tiempos de “El Murciélago”, que en épocas lejanas dirigiera el doctor Atanasio Fuentes, uno de los más grandes humoristas que ha tenido el Perú.

En enero de 1906, Manuel T. Arispe, el distinguido poeta don Edilberto Zegarra Ballón y sus hermanos fundaron el diario “El Pueblo”, que trayendo valioso contingente de ideas y espíritu renovador se impulsó rápidamente obligando a los otros dos diarios, “El Deber” y “La Bolsa” a desentumecerse liberándose de la rutina entorpecedora.

El Deber consiguió su objeto alcanzando rápido progreso, pero La Bolsa languideció paulatinamente y murió al poco tiempo incapacitada por la vejez de sus prensas y los imperativos de la costumbre, de sostener una lucha imposible.

En 1906 Máximo Gorbitz, fundó “La República”, de la que salieron algunos números desapareciendo por la prisión de su director.

En esa misma época, poco más o menos, el doctor Francisco Mostajo fundó “Juventud” y poco después Augusto Aguirre Morales, Alberto Ballón Landa, Zúñiga Quintana y Carlos Chirinos Pacheco, quien dirigió la primera de las revistas fundaron sucesivamente “Albores”, “Sucesos” y “Actualidades”, que tuvieron la vida efímera a que el medio arequipeño condena siempre a las revistas.

La señora Lastenia Larriva de Llona, poetisa de merecida fama que estuvo algunos años en Arequipa fundó y dirigió “Arequipa Ilustrada”, revista de gran formato, con papel satinado y numerosos grabados y fotografados. Fue simpáticamente acogida por el público, teniendo la colaboración decidida de todos los escritores de la época.

Alberto Hidaldo, muy al comienzo de su inquietante vida literaria, en compañía de César Rodríguez y de casi todos los poetas que pocos años más tarde deberían hacer dar un salto enorme a la literatura arequipeña, hasta entonces envuelta en los pañales del clasismo español, fundó “Anunciación”, semanario simpatiquísimo que encerró en sus columnas las primicias de casi todos los poetas jóvenes de la época.

Años más tarde Percy Gibson, Renato Morales, César Rodríguez, Belisario Calle y otros, muchos cuyos nombres a tiempo ya cruzaron toda América como un grito de luz, crearon la sociedad del “Aquelarre” y le dieron como órgano la revista del mismo nombre, que encerró en sus páginas el anhelo juvenil y el ansia espiritual de los que más tarde escribirían el nombre de Arequipa entre los pueblos más cultos del Perú.

En 1911, más o menos el doctor Modesto Málaga fundó “La Federación, que vivió bastante tiempo distinguiéndose por su carácter combativo y la brava rudeza de sus ataques, características marcadas de la prensa de esa época.

Años después, Aguirre Morales, como órgano del Partido Liberal que entonces en Arequipa presidía el Dr. Urquieta, fundó y dirigió “El Sur” diario cuyas tendencias revolucionarias lo hicieron simpático al público que gusta el plato fuerte del panfleto. En este periódico colaboraron todos los escritores que comulgaban con los ideales de Urquieta y de Mostajo. En él, como primer redactor, inició su carrera periodística Miguel Angel Urquieta.

Desaparecido “El Sur” y sintiéndose la necesidad de un diario con ideas renovadoras, luchador y bravo, una fuerte empresa hizo nacer “El Heraldo”, entregándolo a la talentosa dirección del escritor don Alberto Seguín. “El Heraldo” cumplió su cometido: periódico de lucha hizo frente sin vacilar a todo cuanto podía herir sus ideales. Tenía toda el alma de Seguín y Seguín era un valiente. Este diario fue clausurado en 1922 y su director, primero preso fue a morir después en el destierro.

Poco más o menos, en esa misma época, pareció “El Volcan”, revista semanal fundada por el Dr. Francisco Mostajo, el cual le impuso su sello resueltamente radical.

Poco después nació “Tipos y Tipitos”, semanario humorista, que en compañía de varios intelectuales lo fundara el Sr. Delgado Manrique.

En 1919, Alberto Hidalgo y Miguel Angel Urquieta se unieron para fundar “La Semana”, que se escribió con notable talento y buen gusto, siendo satisfactoriamente acogida por el público. Revolucionó  por completo el periodismo de revista. “La Semana” dejó de publicarse en 1924 y Miguel Angel Urquieta fue deportado a Bolivia.

En 1921, un numeroso grupo de escritores se unieron para fundar “Social”, cuya dirección fue rotativa. Esta revista inaparente para el medio, sin doctrina precisa, no pudiéndola tener por la diversidad absoluta de opiniones de sus redactores, tuvo que morir dejando la huella de un esfuerzo inútil.

En 1923 dos chiquillos alegres, pletóricos de juventud y de talento: Julio Vizcarra y J. Enrique Febres, fundaron el más risueño semanario que ha podido tener Arequipa. Se llamó “Plac Plac” y en el se derrochó alegría sana y llovieron la tomaduras de pelo hiriendo sin temor la vanidad burguesa de muchos y el espíritu arcaico de los más. “Plac Plac” vivió muy poco tiempo, se extinguió como una carcajada que no puede encontrar eco.

En esa misma época, el Dr. Benjamín Chirinos Pacheco, siguiendo las tendencias imperantes, fundó “La Patria” y poco después “La Revista Universitaria”, ambas doctrinarias y con la tendencia de llevar a la juventud por sendas nuevas.

Casi en esa misma época, muy poco después, dirigida por Benjamín chirinos Pacheco y por Alberto Guillén, apareció “La Linterna” semanario de índole absolutamente literaria que desgraciadamente tuvo la vida efímera que entre nosotros tienen necesariamente las revistas de ésta índole.

Alberto Valdivia Morón impuso la fogosidad de su carácter y la volubilidad de su temperamento a “la Tribuna”, que fue sólo una revista política sin tendencias de otra índole.

En 1923 Oscar Brain, Victor Ballón Angulo, Guillermo Bellatín y Victor Rodríguez Escobedo, dieron toda su fuerza juvenil en “Páginas Libres” que se enfrentó valientemente a todo lo constituido defendiendo ideales de verdadero vanguardismo. Clausurada por las autoridades y prohibida su publicación, sus redactores, con tenacidad digna de encomio, crearon “Páginas Tristes” de la cual no apareció sino un solo número y entonces al ser prohibida también su publicación, nació “Don Quijote”, el que por su carácter humorista y lo avanzado de sus ideas, fue suprimido causando la deportación de Brain y de su editor.

Meses después, en el mismo año de 1924, Victor Ballón Angulo, Guillermo Bellatín, Enrique Febres, Julio Vizcarra y Victor Rodríguez Escobedo, continuaron la labor de las revistas anteriores en “Fiat Lux”, marcando en ella una fuerte tendencia igualitaria. Desapareció por las mismas razones y conjuntamente con “La Semana” en julio del mismo año.

El mismo año de 1924, Mario Chávez fundó “Páginas Selectas”, de índole absolutamente literaria y que no tuvo acogida porque el público se había acostumbrado ya a la revista luchadora o humorística.

Notando la necesidad que sentía Arequipa por la revista broma, Julio Vizcarra y Enrique Febres fundaron “Las Horas”, que fueron acogidas cariñosamente por el público. Tuvo larga vida y sucesivamente  tomaron la dirección Julio Vizcarra, Benjamín Chirinos Pacheco y el Dr. Francisco Mostajo. Dejo de aparecer en 1926. Poco después de aparecer “Las Horas” un grupo intelectual compuesto por Fernández Hernani, Eladio Limaco y otros, hicieron aparecer “La Esfera” revista solamente literaria que siguió el rumbo que todas las que anteriormente aparecieran, a pesar de tener prensas propias y de haber luchado decididamente por vivir.

El 6 de enero de 1927 nació el diario “Noticias” dirigido por Luis de la Jara y compuesto por un selecto cuerpo de redacción. En la redacción de “Noticias” estaban José Medina, Enrique Febres, Olazábal y Eleazar Bustamante. “Noticias” con ideas nuevas y conceptos más precisos sobre el periodismo moderno, sacudió a la prensa local desanquilozándola y obligándola a renovarse; hizo exactamente lo que “El Pueblo” en 1905 con “El Deber” y “La Bolsa”: arrancarlos por emulación de la rutina periodística y lanzarlos a un esfuerzo necesariamente triunfador. El talento reconocido y la juventud de su director y sus redactores fueron los pilares de un brillante futuro.

Luis de la Jara estuvo mucho tiempo en Europa donde adquirió conocimientos precisos y basta preparación; después estuvo en Buenos Aires como redactor de “La Nación” y volvió a Arequipa para fundar “Noticias”, la marcó rumbos nuevos al periodismo Arequipeño.

En 1927 y 28 aparecieron “Hogar” dirigido por el señor Olazábal; “la Aldea” a cuyo frente estuvo M. Gallegos Sanz; “Melgar” dirigido por el Dr. Francisco Mostajo; “La Carcajada”, “Los Andes” y “El Golpe” fundados por un grupo de universitarios; “Cultura”, órgano de “El Ateneo” que dirige el Dr. Bravo mejía; “Escocia”, órgano cultural fundado en recuerdo a la gloriosa memoria del Dr. Hunter; “El Derecho”, órgano del Colegio de Abogados”, está publicación que aparece desde hace varios  está dirigida por el poeta Dr. Sixto Morales; “Teosofía”, revista doctrinaria de propaganda teosófica que dirige el Dr. Alejandro Benavente Alcazar.

“Rojo y Azul”, que fundaron Victor Ballón Angulo y Victor Rodríguez Escobedo, desapareció para dejar paso a “Democracia” que apareció el 4 de agosto de 1928, teniendo como director a Benjamín Chirinos Pacheco y como primer redactor a Victor Ballón Angulo.



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