viernes, 21 de marzo de 2014

Historia del Nuevo Periodismo


Maria Luisa Rodríguez.
Periodista y escritora chilena radicada en el Ecuador desde 1975. Fue editora del arte del diario Hoy y es autora del libro de relato “Tentativas de amar a un monstruo”.

“...Las criaturas de esta realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor ha sido la insuficiencia de recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida”. Gabriel García Márquez (Discurso ante la Academia del Nóbel de Suecia).

“Después de escribir la historia, tuve la sensación de que había otra historia que no había contado”. Tom Wolfe.

UN JUGUETE DESGARBADO

Su escenario fueron los locos años 60 en Estados Unidos: el llamado nuevo periodismo es contemporáneo de la explosión de mayo del 68 en París, la frustrada primavera de Praga y el “boom” de la literatura latinoamericana.

Mientras surgía el pop art, y Jhon Lennon –“más famoso que Jesucristo”- advertía: “Los de las butacas más baratas pueden aplaudir: el resto puede hacer sonar sus joyas”. Estados Unidos se embarcaba en una guerra injusta y absurda y se desvanecía la era dorada de la novela, fiesta que tuvo su máximo esplendor en los 40 ...entonces se empezó a sentir un extraño crujido en las salas de redacción...

Quizás todo empezó –quién podría asegurarlo- como un imposible reportaje que Tom Wolfe amenazaba escribir para el Esquirre. Wolfe se había sumergido en el atronador mundo de las carreras automovilísticas, pero el famoso texto no llegaba. Su editor le pidió que escribiera una carta contando todo lo que había visto, para que alguien le diera la forma adecuada. Resultado del apuro o de la inspiración, salió un reportaje excelente y extraño: lo único que se suprimió de la carta fue el “querido Bryan” con que comenzaba la historia.

“Este artículo no era por ningún concepto un relato corto”, recuerda Wolfe, “pese al empleo de escenas y de diálogo, era difícil explicar como era. Era una subasta de cosas usadas, bosquejos, retales de erudición, fragmentos de notas, breves ráfagas de sociología, apóstrofes, epítetos, lamentos, cháchara...”

“Y era el descubrimiento de que en un artículo se podía recurrir a cualquier artificio literario, desde los tradicionales dialoguismos del ensayo hasta el monólogo interior, y emplear muchos géneros diferentes simultáneamente... para provocar al lector intelectual y emotivamente...”

UN NUEVO REALISMO

Luego de que en los años 50, la generación beat –con Elvis Presley gritando “All right mama” antes de ser domesticado, y James Dean de cuero negro y en moto listo para el suicidio-, la década de los 60 presenciaba el escandaloso aparecimiento de los hippies. La generación de las flores surgía en medio del malestar de la abundancia, Vietnam era una guerra en proceso de convertirse en síndrome. Y frente al sueño americano que amenazaba con desbordarse como un pastel rancio, surge una contracultura que tiene su expresión en los guettos marginales, en el rock y en la prensa underground.

La agitación no era sólo política. Uno de los auténticos “peligros” de los años 60 fue su revuelta estética. Junto al lenguaje alucinado del pop y el asombroso espectáculo de las nuevas multitudes proclamando “haz el amor y no la guerra” se produce una agitación artística en la comunicación, cuya primera plana fueron Ex Reed, Terry Southern, Nicholas Tomalín, Barbara Goldsmith, Joe McGinnis, Robert Cristgau, John Gregory Dunne, Norman Mailer, Truman Capote y Tom Wolfe.

Años después el movimiento había pasado desapercibido para el planeta, salvo la proliferación –que pronto se institucionalizaría casi hasta el congelamiento- de un nuevo lenguaje. Una ruptura parcial con los códigos periodísticos establecidos. Salvo en nuestras rezagadas costas, una sorpresa superada.

El nuevo periodismo no sólo quería romper con la solemne verticalidad del lenguaje de una prensa que lo había heredado todo de los caballeros ilustrados y victorianos del siglo XIX. “El nuevo periodismo abarcaba el elemento de ficción inevitable de toda narración, negando el uso del lugar común como contraseña y recurso válido” para este oficio urgente.

Los “nuevos periodistas” trabajaron sondeando las superficies. Era un nuevo realismo, a veces una especie de hiperrealismo literario. Y un esteticismo lúcido, descuidado y veloz. Se escribía en medio del torbellino.

NOVELA DE NO FICCIÓN Y PERIODISMO DE FICCIÓN

“los Ejércitos de la Noche”, de Norman Mailer, “The Electric Kool-aid Acid Test” de Tom Wolfe, “A Sangre Fría” de Truman Capote, son consideradas las cumbres del nuevo género, aunque Mailer y Capote son más bien novelistas que merodearon en los terrenos de la no-ficción. En la tierra de la realidad tal cual, donde el periodismo se cruza con la literatura.

Truman Capote se pasó cinco años reconstruyendo la historia real de un crimen, Mailer describe las marchas sobre el pentágono, un sentimiento de furor sobre el mapa noticioso de esa década convulsa. Wolfe escribe sobre una comunidad de hermosos drogadictos en la margen ambigua del futuro” no sólo describen la escena son parte de ella.

Por cierto llovieron las críticas: “...ofrecían listas de errores de mi artículo sobre The New Yorker, listas maravillosas, fantásticas y desconcertantes como la factura de una operación de cirugía estética, a través de las cuales concluían que ahí estaba ese abominable nuevo género –escribe Wolfe- esa forma bastarda, ese paraperiodismo” se combatía en la margen ambigua del futuro...

EL PERIÓDICO TÓTEM
“Y ese mismo día, un periódico que todavía se llama L’Humanité, denunciaba a Daniel Cohn Bendit, judío alemán, intruso extranjero metido en casa ajena” Julio Cortazar (Último Round).

Pero el sistema demostró su conocida capacidad de digerir lo indigerible, lanzó a los mercados mundiales el hippie look, el guerrillero look, y una vez pasada la euforia y perdida la guerra, las feministas vuelven al hogar de la doble jornada y el trabajo invisible, los rebeldes se cortan el pelo y se desintoxican si pueden o cambian el asfalto de la protesta por un sembrío de zanahorias. El  periodismo recupera la cordura y Norteamérica se prepara para sus próximas décadas de hegemonía mundial.

“La mayoría silenciosa y la represión presionaron fuerte para que este delirio underground saliera del centro del sueño público...”

Habría que agregar que no se puede vivir permanentemente en la ruptura. Que toda ruptura termina por convertirse en tradición.

Pero, se había cuestionado a un periodismo oficial, establecido a nivel de tribunas omniscientes –las editoriales- y de semi-verdades congeladas -las noticias- para ejercer la palabra con la libertad de un nuevo estilo de narración eminentemente subjetivo y creativo.

EL PERIÓDICO DE AYER
“Los lectores se aburrían hasta las lágrimas sin comprender por qué. Cuando se topaban con ese tono beige pálido, todo empezaba a señalarles que ahí estaba otra vez ese palmazo familiar, el “periodista”, una mente pedestre, un espíritu flemático, una personalidad apagada, y no había forma de desembarazarse de esa rutina desvaída como no fuera abandonar la lectura... La voz del periodista medio tenía que ser como la voz del locutor medio, un ronroneo, un zumbido...”

Tom Wolfe tiene la deferencia, o el optimismo, de poner esta crítica en pasado. Cuando dos décadas después, ese fondo neutral, con pequeños toques de color, sigue siendo la norma.

Y Wolfe se defiende a sí mismo como un ex-periodista tótem:

“El periódico tótem es aquel que la gente compra no para leerlo, sino para tenerlo físicamente. Y tienen el periódico para una mirada rápida pero total. El punto de vista es el pastel de mamá”.

Declarando la muerte irremediable de la gran novela norteamericana, sepultada bajo varias toneladas de flores psicodélicas, papel de diario y otras formas de la no ficción, Wolfe llega a la conclusión de que los adelantados del nuevo género tenían “todos” los años 60 locos, obscenos, empapados de drogas, rezumantes de concupiscencia, para ellos solos”. “¡Que los periodistas les arrebataran la técnica a los novelistas!”.

Y la fuerza de comunicación emotiva, de absorber al lector, de realidad debía derivar de cuatro procedimientos básicos:

  1. La construcción escena por escena del relato recurriendo lo menos posible a la narración histórica.
  2. El registro del diálogo en su totalidad.
  3. El punto de vista en tercera persona. La presentación de cada escena a través de un personaje en particular.
  4. Narrar el entorno de los personajes. “Los gestos, hábitos, mobiliario, ropa, estilos, detalles simbólicos del estatus, del esquema de bienes y comportamientos a través de los cuales las personas expresan su posición en el mundo”.

Y QUE LAS ESCENAS TENGAN LUGAR DELANTE DE TUS PROPIOS OJOS
Nicholas Tomalín comienza así su reportaje “El general sale a exterminar a Charlie Cong”. “El pasado viernes después de un almuerzo ligero el general James F. Hollingswort, del Halcón Rojo despegó en su helicóptero y mató a más vietnamitas que todas las tropas a su mando”.

Por su parte Red Rex autor de ¿Duerme Usted Desnuda? Hace otra cosa con la entrevista:

“Ella está ahí de pie, sin ayuda de filtros contra una habitación que se derrite bajo el calor de sofás anaranjados, paredes color lavanda y silla de estrella de cine a rayas crema y menta, perdida en medio de ese hotel de cupidos y cúpulas con tatos dorados como un pastel de cumpleaños, que se llama Ragency. Una lluvia helada golpea las ventanas y acribilla Park Avenue mientras Ava Gardner anda majestuosamente en su rosada jaula leche malta cual elegante leopardo”.

“Tu problema principal –dice Wolfe- es sencillamente que consigas permanecer con la persona sobre la que vas a escribir el tiempo suficiente para que las escenas tengan lugar delante de tus propios  ojos”.

“El problema principal radica en tomar contacto con completos desconocidos, meterse en sus vidas de alguna manera, hacer preguntas a las que no tengas derecho natural a esperar respuesta, pretender ver cosas que tú no tienes por qué ver, etc.”

Además, propone el vértigo de una escritura “con volumen”. Un texto cargado de interjecciones, puntos suspensivos, guiones, interrogaciones, una puntuación insólita, dislocada, gestual. Por lo menos resultaba inevitable detenerse ante un artículo titulado por ejemplo: “Ahí viene (¡Vruuuum! ¡Vruuuum!) ese embellecido cochecito aerodinámico (¡Rahghhhh!) fluorescente (Tphhhhh) doblando la curva (Brummmmmmm)”. O frente a una frase con una serie de :::::: en la mitad.

Los títulos son sus armas de doble calibre, llaman a Gary Grant “El amante de la burguesía”, a Cassius Clay “La boca maravillosa” a Kennedy “Superman en el supermercado” (Norman Mailer). En medio de esta serie de títulos góticos reluce el de un célebre (en su momento) equipo escritor-reportero Gary Wills y David Demaris: “Todos me conocen: ¡soy Jack Ruby!”.

Un  oscuro antecesor es un reportero mal pagado llamado Jim Breslin “trabajaba como un energúmeno. Al entrar en ignición (producto del vapor de suficiente cantidad de cigarrillos y café) comenzaba a teclear” escribía sobre la mafia de Nueva York en vivo y en directo”.

La mañana no estaba nada mal, el patrón Tony Provenzano, que es uno de los capos de la Unión de camioneros, recorría arriba y abajo el pasillo que da paso a este Tribunal de Newark, con una pequeña sonrisa en el rostro mientras sacudía por todas partes la ceniza de una boquilla blanca”.

“-Hace un día estupendo para pescar- decía Provenzano – Tendríamos que salir y hacernos con unas truchas”.

“Luego separó las piernas para abordar a un tipo gordo que se llamaba Jack, que vestía un traje gris. Tony sacó la mano izquierda como si lanzara un anzuelo sobre ese Jack. El diamante que Tony llevaba en el meñique centelleó a la luz que entraba por las altas ventanas del pasillo, luego Tony se ladeó y le pego a Jack una palmada en el hombro con la mano derecha.

“-siempre en el hombro- rió una de los individuos que estaba en el pasillo. Tony siempre sacude a Jack en el hombro”.

Madia hora después, el juez lo condena a siete años de prisión y Provenzano comienza a retorcer el anillo en el dedo meñique. Al final, Breslin enfoca en una cafetería al fiscal merendando escalopa y ensalada de frutas. “No llevaba nada que brillase en la mano. El tipo que ha hundido a Tony no tiene una anillo de diamante en el meñique”.

Muy norteamericano, en verdad. Una narración con aire de thriller, con buenos y malos, y suspenso, Breslin como Wolfe, que utiliza la secuencia y la caligrafía de las tiras cómicas (bruuuummm), manifiesta un contacto natural con los géneros “menores” de la literatura.

REALISMO MÁGICO. REALISMO UTÓPICO

En América Latina, el realismo mágico sigue siendo la clave para descifrarnos. Gabriel García Márquez, Julio Cortazar, Eduardo Galeano, José Donoso, Juan Rulfo, Jorge Amado, Carlos Fuentes, han escrito a partir de la magia con la que convivimos sin sorprendernos ni comprenderla...

En el reportaje de la Marquesita de la Sierpe, escrito en 1954 por Gabriel García Márquez, aparece por primera vez esa figura matriarcal, dulce, feroz y tenaz que es a la vez Úrsula Iguarán, la Mamá Grande, la Abuela Desalmada, etc.

La Marquesa de la Sierpe es dueña de un territorio que tiene como límite “una orilla donde se acaba el mundo y está custodiada por un toro negro con pezuñas y cuernos de oro”. Personaje real e irreal a la vez, esta mujer que García Márquez no necesitó inventar, “era una especie de gran mamá de quienes le servían en la Sierpe”, y “su ganado era tanto que duraba pasando más de nueve días”.

En esos personajes que García Márquez realizó entre 1954 y 1955 para El Espectador de Bogotá, se pasean los personajes de sueño e infortunio que después aparecen en sus relatos. Y se mezclan desprejuiciadamente con el Papa en Castelnovo, Sofía Loren y Gina Lollobrigida.

Y después de todo ¿quién se extraña de que alguien vuele sobre el Caribe o sobre el dulce y seco valle de Chota?.

En la sierra ecuatoriana, un hombre inventa un carro con instrumentos de trapiche, lo saca en hombros hasta la carretera y semanas después descubre Quito. Un comerciante se declara aprendiz de brujo y agrega tranquilamente que ha visto al diablo  y que “tiene una especie de cachitos”. Un esmeraldeño “coge la pisada” de un enemigo en la arena y éste muere.(Reportajes aparecidos en la Revista Nueva entre 1978 y 1983). Locura, tradición, poesía, cosmovisión mítica, todo se junta en los testimonios de una cultura indígena y mestiza que mantiene y sincretiza sus valores en el Ecuador post-moderno...

Como dice Julio Cortazar, “la locura merece ser elogiada cuando la razón, esa razón que tanto enorgullece a occidente, se rompe los dientes contra una realidad que no se deja ni se dejará jamás atrapar por las frías armas de la lógica, la ciencia pura y la tecnología”.

Así, el realismo mágico desemboca en una suerte de realismo utópico, que se afirma en la contradicción y rescata la posibilidad de la utopía, la locura de tender a un mundo donde Sueño y Razón no se devoren...

Veinte años después de que los estudiantes escribieron en los muros “seamos realistas, pidamos lo imposible”, el periodismo, como todo lo que concierne al lenguaje en América Latina, debería seguir siendo una fecunda interrogación. Aunque Zavalita el personaje central en “Conversación en la Catedral” de Mario Vargas Llosa, afirma: “el periodismo no es una vocación, sino una frustración. Una amable advertencia para quienes escriben en esa tierra de nadie que hay en la frontera entre el periodismo y la literatura.

Eduardo Galeano afirma, en una conversación en Quito: “trato de situarme en ninguna frontera. De encontrar un espacio sin fronteras, o ser capaz de fundarlo... No creo en las fronteras, ni en las fronteras entre los países, ni las fronteras que las culturas artificialmente dibujan entre el alma y el cuerpo, o entre la vida pública y la vida íntima, o entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito. O entre los géneros literarios que tienen guardias aduaneros a cargo de críticos y profesores, que son los que se encargan de decir hasta aquí llega el territorio de la poesía y aquí empieza el del ensayo, y aquí termina la novela...”

“-O hasta aquí llega el periodismo...-“

“El periodista siempre fue despreciado, como una especie de bajo fondo de la literatura”.

“El propio periodista se autodesprecia. Yo pienso que es por comodidad, se autodesprecia porque así no tiene que escribir bien... Hay clases sociales en la literatura digamos”.

“-¿Es una clase social más obediente?-“

“Pero también los escritores de temas políticos, económicos, históricos, sienten que tienen como una especie de póliza  contratada, que les permite escribir mal y ser aburridísimos, porque eso no es literatura... Es no ficción, para usar esta cosa horrible. Pero ¿dónde acaba la frontera, entre la ficción y la no ficción?. La realidad delira de modo tan loco, es la mejor poeta de sí misma, quizás nadie pueda construir ficciones tan locas como la realidad...”

Y con respecto a la presencia en América Latina, de un nuevo periodismo menos cómodo y experimental, Galeano concluye: “Si yo creo que las cosas más interesantes se están haciendo en esas áreas, que no son las visitadas por los críticos”.

Mientras tanto, cuando el periodismo (nuestro “cómodo” periodismo de todos los días) se aproxima a la ficción, cuando abarca el elemento ficticio que hay en toda narración, es cuando más se acerca a la múltiple e incesante realidad. Al tratar simultáneamente de dar cuenta de varios planos y al romper el cliché (que nos permite “entendernos” tan rápido) encuentra una aproximación decisiva en esa distancia agotadora que existe “entre las imágenes y las cosas, entre las palabras y las cosas”.

Después de todo el cine ya lo hizo. Cualquier espectador de Kung-Fu para no hablar de los habitués de Glauber Rocha, Carlos Saura, Fessbinder o Herzog, lee correctamente un flash-back, un travelling sobre el tiempo y sabe que una historia se puede contar tranquilamente con el comienzo al final y viceversa.

“Quijote y Sancho son los primeros personajes literarios que se saben escritos mientras viven las aventuras que están siendo escritas sobre ellos. Colón en tierra nueva, Copérnico en los nuevos cielos, no operan una revolución más asombrosa que ésta de don Quijote al saberse escrito, personaje de un libro titulado “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. (Carlos Fuentes. Discurso al recibir el premio Cervantes, abril de 1988).

En Ecuador en los últimos años sucede un hecho monumental: se multiplican geométricamente (cual espiral inflacionaria) los lectores de periódicos. Un nuevo medio -el diario Hoy- surge sobre un periodismo tradicional y desafiado por los medios audiovisuales, amenazado de muerte por aburrimiento en “virtud” de un lenguaje anquilosado. “La locura de don Quijote -nos recuerda aún Fuentes– y de su descendencia es una santa locura: la locura de la lectura. Su biblioteca de caballería es su refugio inicial”.

Quizás fue la novela nuestro refugio inicial. En los años 70 el boom de la literatura latinoamericana estableció nuestro derecho a la palabra. Por primera vez, América Latina es escuchada, leída, con verdadero respeto. El nuevo mundo tenía nuevas cosas que decir. Y formas nuevas de decirlas.

“¿Quién me manda a viajar con locos? Es la primera línea de “Al empalme, ñaño loco” de Pablo Cuvi “todo era cuestión de decirle que no al loco Ramírez, pero con esos ojos de perro apaleado que me puso (dos divorcios al hilo y una futura madre buscándole a sol y a sombra) ni como negarse. Al loco le había conocido en Quevedo, allá por los años 70, cuando supuestamente organizaba programas musicales de radio y parrandas ambulantes. Él mismo se definía como una fiera para una hembra y un sablazo y un inútil para todo lo demás. Años después logró detectarme en Quito y cada cuando me aliviaba de unas . Pero ayer me andaba rondando a nombre de Jueves Santo. Para eludirlo, le informé escuetamente que me iba a la costa por el páramo de Millín. Grandioso error. ¡Llévame ñaño! Respondió ipso ipso, “por esos páramos estoy salvado”.

Francisco Febres Cordero (que se delara fracasado en el Periodismo también actúa de personaje en sus textos. Sus entrevistas rompen con toda la formalidad del periodismo ecuatoriano. Instalan la duda en un territorio pavimentado de verdades fijas –“pocas ideas, pero fijas”- de las eternas afirmaciones estereotipadas acerca de la pintura, por ejemplo:

“como que el lápiz a (Jaime) Zapana le está hirviendo en la mano. Le está picando en las yemas de los dedos. Como que le molesta que las formas sean tan formales. Como que de su gran dominio de la línea va a pasar al desdibujo. ¿Cómo?. Yo qué sé pues”.

“Y Jaime Zapana me dice que no sabe hablar. Que sabe pintar. Y yo le digo, cortesísimo, que no se preocupe, que yo tampoco sé hablar. Entonces esta entrevista se  quedo muda, porque ninguno de los dos daba su brazo a torcer. Y así transcurrieron aproximadamente tres horas, en que nos entendimos por señas. Que no las reproduzco ahora, porque yo al contrario que él, no sé pintar. Pero en cambio sé andar en bicicleta, actividad que lamentablemente, para fines periodísticos no sirve para nada”.

“Hasta que en determinado momento le dije que ya no fregara y se pusiera a contar cosas. Y él me contó estas con la condición de que luego las pusiera en castizo, sin hacerle quedar como inlocuaz”.

“Retrotraigamos en tiempo en dos años y medio aproximadamente. Fue entonces cuando hice en esta misma sala, mi última exposición. De aquel periodo a éste han ocurrido cosas importantes en mi vida... La angustia de pintar me ha atormentado más. Casi hasta la desesperación. He estado buscando cosas nuevas, y más que eso, un camino, una temática, una forma de expresión. Todo lo cual es muy, muy tortuoso (él dijo jodido, pero yo, cumpliendo con la misión que me encomendó traduzco la palabreja)”.

“Estaba metido en la corriente del realismo puro (él dijo que andaba metido en la onda), pero me volqué a crear un mundo más libre, más arbitrario (de acelere dijo)”.

Es verdad que hay otros jóvenes periodistas que se leen con gusto (Javier Ponce y Carla Dávalos, por ejemplo), pero F. Febres Cordero y Cuvi tienen asegurado el estrellato de la “incomodidad” (Galeno Dixit) periodística.

“La fotografía, según un lugar común que no quisiera pasar por alto (de una señora llamada Susan Sontang) es un artefacto”, dice Pablo Cuvi. Pero decir que la cámara no miente, es la mentira más cerdosa del mundo”.

“Basta ver las postales turísticas o los retratos a contraluz de las damas que tienen los segundos contados...”

“La magia del encanto de la fotografía, radica en el encuentro deliberado entre esos dos campos. Cualquier foto, por mala que sea, no es un reflejo objetivo de la realidad, sino una interpretación. Es mejor asumirla así de entrada y no de salida. Y toda palabra es también una interpretación de la realidad. Hay un abismo que nunca se acaba de salvar entre las palabras y las cosas, entre las imágenes y las cosas. Cualquier texto verbal o escrito es una recreación, que se mueve en ese terreno ambiguo, entre lo que llamamos ficción o literatura”.

“-¿Tú llamarías a eso periodismo-ficción, por ejemplo?-...”

“Todo es periodismo ficción, si vamos por eso: como dicen los textos de semántica, las palabras sirven para mentir”. Y la mentira es mucho más escandalosa cuando viene acompañada de número y fotos. El periodismo y los juicios penales no se mueven entre la verdad y la mentira, sino en el terreno de la verosimilitud...”

“Frente a un periodismo que se definía como objetivo y prohibía la inmersión descarada del periodista en el texto, el Nuevo Periodismo utiliza la primera persona y una serie de recursos narrativos desarrollados por la literatura. Pero como todo, el momento en el que se convierte en moda, se vuelve bastante insoportable”.

“-¿Entonces tú tendrías que volver a escribir objetivamente?-“

“No hay para qué retroceder. Lo que yo pienso es que ya en el Ecuador las primeras personas nos comienzan a agobiar”.

“-¿Tú también estas cansado de tu primera persona?-“.

“Yo también estoy cansado de mi primera persona” (fin de la entrevista).

Queda todavía media carilla en este alegato por una prensa nueva... Que en el fondo no sea quizás más que un alegato por espacio en nombre de los nuevos escritores. Espacio laboral, espacio de expresión, sentimiento de desafío frente a un medio de comunicación tan vital como la prensa...

Un desarrollo del reportaje en el Ecuador es una viaje limitado, que significa ver y verse. Por ahí pasa la célebre apelación a la identidad, a la recuperación de un “nosotros” sin complejos.

Pero como dice Francisco Febres Cordero el “pájaro”:

“El lenguaje intelectual es tan distinto del lenguaje cotidiano. Por eso yo siempre he hecho pendejadas en la vida”.

“Le dan el premio Nóbel a William Golding, el autor de “El señor de las moscas”. Y yo escribí: “Para quienes hemos seguido de cerca la literatura inglesa, no es una sorpresa este premio que ha concedido la Academia Sueca a Golding. Y detallaba los aquilatados méritos del autor. Hice una cosa absolutamente erudita. Y al final dije: “A los que hemos seguido de cerca la literatura inglesa, no nos sorprende este premio, por que yo no tengo idea quien sea William Golding, y todo esto lo saque de las solapas”.

CONCLUSIONES

LA GOLONDRINA EN EL MOTOR

Pasado el furor del estilo de los Estados Unidos de la década del 60, el nuevo periodismo es una onda que se propaga lentamente. Y que “empata” con el surgimiento de una literatura latinoamericana que rompió los espacios compartimentados del costumbrismo, la academia y el saber oficial, y se instaló en la conciencia colectiva con la fuerza traumatizante de la telenovela y el fútbol...

La conexión se produce entre las nuevas generaciones de escritores marcados por el lenguaje de “exploración” de los autores del boom, a partir, de una revaloración de lo testimonial y lo coloquial. Es también la afirmación de un margen que expande el universo: la marginalidad de un “territorio poco visitado por la crítica”. Como dice Galeano, define un espacio donde la libertad comienza por una actitud más o menos esnob y termina siendo una interrogación necesaria.

Pero el nuevo periodismo no pretende abarcarlo todo, ni tomarse todo el espacio. Antitotalitario por esencia, solo aspira a expresar nuevas cosas de nuevas maneras. Con eso tiene bastante. La búsqueda de un decir en concordancia con la dicho. La necesidad de dar cuenta de lo simultáneo, multiforme, vertiginoso, complejo o absurdo de la realidad.

La toma de este derecho de expresión, propicia, por cierto, otros derechos. Y el derecho de los otros. Es el planteamiento de una prensa viva, con múltiples voces, donde el individuo no naufrague en la masa indiferenciada y obediente de una forma neutral, apta para el consumo inmediato. No niega esa forma, la sabe de alguna manera, necesaria. El “nuevo periodista” –sí existe- es solamente la golondrina en el motor.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Michael Jonson. “El nuevo periodismo”.
  2. Gabriel García Márquez. “Crónicas y reportajes”
  3. Julio Cortazar. “Argentina, años de alambradas culturales”.
  4. Julio Cortazar. “Último round”.
  5. Pablo Cuvi. “Al empalme, ñaño loco”. Revista Diners Nº 59.
  6. Tom Wolfe. “El nuevo periodismo”. Editorial Anagrama.
  7. Francisco Febres Cordero. Diario Hoy. Noviembre de 1983.
  8. María Luisa Rodríguez. “En la costa del pájaro febres”. Diario Hoy. 31 de octubre de 1987.
  9. María Luisa Rodríguez. “Pablo Cuvi con los minutos contados”. Diario Hoy, 16 de julio de 1988.
  10. María Luisa Rodríguez Eduardo Galeano. “la gente me regala historias”. 17 de agosto de 1988.

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